02 de junio de 2021
El riesgo objetivo nuestro principal aliado a la hora de circular en bicicleta

Durante la pandemia COVID-19 y la restricción del uso del transporte público, nos vimos obligados a patear el tablero y pensar nuevas formas de movilidad. En CABA, sin lugar a dudas la más elegida fue la bicicleta, incrementándose su uso en un 119%.
El ciclismo urbano se volvió una innovadora, económica y sustentable manera de trasladarse por la ciudad, pero también riesgosa, si no se lleva a cabo con responsabilidad.
Si bien el Ministerio de Transporte de CABA fomenta su uso, no hace hincapié en las medidas de seguridad. Según el ISEV (Instituto de Seguridad y Educación Vial) en 2020 hubo un aumento del 0.04% respecto de 2019, de siniestros graves en los cuales se vieron involucradas bicicletas. Esta cifra está íntimamente relacionada con el incremento del uso de este tipo de vehículo y la falta de utilización de los elementos de seguridad.
Existen diversos tipos de elementos de seguridad, por un lado tenemos a los activos que ayudan a prevenir los siniestros, por ejemplo el uso de reflectivos y ropa clara para mejorar la visibilidad para con el resto de los actores viales y por otro a los pasivos: que son aquellos que ayudan a mitigar los efectos del siniestro en el caso que se produzca, como por ejemplo el casco, que al sufrir una caída, reduce considerablemente los efectos de las lesiones que podemos padecer e incluso hasta salvarnos la vida.
Esto que parece tan sencillo de comprender, es algo muy difícil de implementar para los/as ciclistas, y se debe a que el riesgo que perciben en el uso de la bicicleta y del entorno vial donde se desarrolla la conducción, es bajo comparado con el riesgo objetivo (el real) de la situación.
¿Cuál es el riesgo objetivo y el riesgo percibido?
El riesgo objetivo es el analítico, que tiene en cuenta todas las variables que influyen en el contexto, por ejemplo, la exposición, la vulnerabilidad y la condición peligrosa. En cambio el riesgo subjetivo, es emocional, osea el que la persona siente.
Tomando como referencia, las cifras expuestas por el observatorio, el riesgo percibido por los/as usuarios/as de bicicleta es inferior al objetivo, razón por la cual no sólo se incrementó la siniestralidad si no que también la gravedad.
Para lograr igualar el riesgo percibido con el objetivo, se deben aumentar la cantidad de acciones preventivas, entonces…
¿Esto quiere decir que andar en bicicleta es una actividad riesgosa?
NO, siempre y cuando lo hagamos de manera responsable, utilizando los elementos de seguridad activos y pasivos para circular y que desde el Ministerio de Transporte de CABA se acompañe con una política que incluya a la academia para prestar una capacitación continua a los usuarios/as, a los/as potenciales y a los/as niños/as que son aún más vulnerables, si bien ellos/as no pueden circular en las calzadas, si pueden hacerlo en sitios seguros como plazas o parques, pero eso no quita que no puedan gozar del derecho de hacerlo de manera segura.
Los números no mienten y arrojan que la fomentación del uso de la bicicleta sin la formación de los/as ciclistas no es suficiente y, que cada vez más, se incrementa el gasto público en materia de salud, debido a que cuando que se produce un siniestro, es el sistema público de salud el que asiste a los lesionados.
Una de las manera de minimizar el riesgo percibido es dar información y lograr que la gente que utiliza este medio de transporte tenga el anhelo de hacerlo de manera segura y con una baja exposición al riesgo, en lugar de la prohibición de la circulación si no se utilizan los elementos de seguridad.
Para ello es fundamental que se realicen programas de educación vial y gestionar de manera eficiente el uso de este vehículo que no sólo le hace bien al medio ambiente, si no también a todos/as porque mejora nuestra salud, siempre y cuando lo hagamos con los elementos de seguridad, ya que es única manera de prevenir los siniestros ejercer una conducción segura.